"El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona." ARISTÓTELES (384 - 322 a.C.)

lunes, 6 de agosto de 2012

Dune

Cuando un lector oye hablar de ciencia-ficción a menudo vienen a su mente espadas-láser, batallas de naves espaciales o alienígenas con un sospechoso parecido al ser humano. El cine y la TV la han popularizado tanto que ha perdido su capacidad de provocar asombro y curiosidad. ¿Quién no conoce La Guerra de las Galaxias, o Star Trek?
Hablar de ciencia-ficción entre lectores de cierta cultura supone exponerse a miradas de reojo, cejas alzadas y alguna risita burlona. A menudo se le considera un género marginal, similar a las novelas del oeste o a las policíacas, carente de calidad literaria. ¿Conocéis algún premio Nobel que haya escrito ciencia-ficción? 
A menudo su incursión en el terreno científico o especulativo se hace tan intensa que el estilo y las palabras llegan a ocupar un lugar secundario, menos importante. Sin embargo, existen grandes autores y grandes novelas dentro de éste género, que merecen ser leídas con detenimiento y valoradas en su justa medida como grandes obras de la literatura universal. Una de ellas, para mi gusto la mejor escrita dentro del género, es Dune, de Frank Herbert, publicada en 1965.
En Dune no hay batallas espaciales, astronautas ni monstruos alienígenas de oscuras intenciones. No hay propulsión warp ni flotas invasoras, no hay sables-láser ni superordenadores. La ciencia y la técnica importan poco, solamente se nos muestran, no se nos explican. Dune nos habla de un vasto imperio humano, en un futuro situado dentro de unos 20.000 años, dominado por la especia, la melange, necesaria para que los navegantes de las naves espaciales puedan hallar los caminos entre las estrellas. Todo gira en torno a ella: el poder del Emperador, el comercio, los viajes interestelares. Así que aquel que domine el planeta donde se produce, Arrakis, también llamado Dune, será de alguna manera el dueño del universo. Dos familias nobles lucharán por el control de Arrakis: los Harkonnen, viles y pervertidos, y los Atreides, honestos y generosos. De esa lucha surgirá un líder proclamado por las profecías, un heredero de manipulaciones genéticas durante generaciones que se convertirá en un Fremen, un hombre del desierto, capaz de destronar al Emperador y exterminar a los Harkonnen.
Que este ridículo resumen no os confunda. En Dune encontraréis reflejadas las peores cualidades del ser humano: traición, envidia, odio, avaricia, poder, lujuria, desprecio, temor, y egoísmo; y las mejores: honor, lealtad, esperanza, pasión, lucha, optimismo y amor. Con un estilo sin florituras pero detallado, sencillo pero capaz de aclararnos situaciones complicadas, narrativo pero a la vez intimista, Herbert nos traslada a un universo totalmente diferente en el que las miserias humanas, por desgracia, siguen siendo las mismas. 

Empujado por el éxito de su novela, Herbert continuó la historia en El Mesías de Dune (1969), e Hijos de Dune (1976). Posteriormente incluyó un cuarto volumen Dios Emperador de Dune (1981). Le siguieron Herejes de Dune (1984) y Casa Capitular Dune (1985). A la muerte de Herbert, su hijo Brian ha continuado, añadiendo dos trilogías a la historia que cuentan los antecedentes previos a lo narrado en la saga y dos novelas que cierran la saga original. No os confundáis, no necesitáis leer toda la colección completa para disfrutar y entender la historia. Con Dune os basta y os sobra; luego si estáis interesados, y os sobra tiempo...
En 1984 David Lynch pretendió llevar la historia al cine. Sin embargo no es posible condensar Dune en una película de dos horas por mucho dinero que se ponga en el empeño. Al final, y siempre bajo mi punto de vista, resultó una película que explicaba poco al espectador ignorante de la novela y acababa pareciendo más una producción de serie B de los 60. A pesar de la presencia de Kyle MacLachlan como protagonista y de Sting como antagonista, no se conseguía transmitir ese sentido épico de la profecía, el liderazgo y la batalla que impregnaba la novela. Además de no incluir pasajes esenciales para el desarrollo de la historia, los guionistas se sacaron de la manga alguna "mejoras" para el argumento, como las armas sónicas de los Fremen, logrando confundir al espectador que SÍ había leído previamente la novela. La dejamos para los aburridos, los curiosos y los cinéfilos empedernidos.

En el año 2000 apareció una versión de la historia para la televisión. Dirigida por John Harrison, y protagonizada por William Hurt, como Duque Leto Atreides, Alec Newman en el papel de Paul Atreides y Giancarlo Gianini como Emperador, consta de tres episodios cuya duración total va desde los 265 minutos en EEUU a los 292 en Finlandia (!). Se ajusta muy bien a la novela, no se inventa nada y describe perfectamente los acontecimientos y los personajes. Los decorados, la ambientación y la dirección artística son magistrales. Desde los ornitópteros usados para volar por el desierto, hasta las ropas de los protagonistas, todo parece haber salido de la novela a pesar de que en ella hay muchos detalles no descritos. Os recomiendo que la veáis, preferiblemente después de leer el libro para poder comparar. No en vano, recibió dos premios Emmy en 2001: Mejor Cinematografía y Mejores Efectos Visuales. 

Si hay un libro que vale la pena leer este verano, (y una película para TV que merecer la pena ser vista) es Dune. Y creedme, si pasáis la primera página, os costará muy poco llegar al final. 


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